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Amor y ciencia

Actualizado: 27 sept 2023

¿De dónde vienen los nombres de Lina y Guille?


Hace no mucho tiempo, los cirujanos y las enfermeras de quirófano realizaban operaciones sin más protección que la de su propia piel. La higiene de manos era cuanto menos imprescindible, ya que solo tenían la barrera natural de su cuerpo para evitar la transmisión de infecciones.


El doctor William Halsted y la enfermera Caroline Hampton formaban un gran equipo dentro de la sala de operaciones. El trabajo de uno no tenía sentido sin el otro y habían conseguido llevar a cabo intervenciones quirúrgicas revolucionarias. Si bien es cierto que bordeamos el límite del típico tópico del médico y enfermera con esta historia, el tándem que formaban juntos superaba cualquier juicio.


Desde que los avances sobre la desinfección de la piel se abrieron paso, fueron varios los estudios publicados en cuanto a su eficacia. Sin embargo, no todo fueron buenas noticias y con el tiempo, los efectos secundarios también salieron a la luz. El cloruro de mercurio era una sustancia muy agresiva para la piel y podía provocar graves consecuencias para la misma. Con el paso de los años Caroline desarrollo una dermatitis que dañaba cada vez más sus manos, lo que le impedía seguir trabajando en lo que para ella, era su vida.


Lejos de querer hacerse el héroe, William sabía que no podía perder a su gran aliada; sin ella, el cuidado de los pacientes quedaría totalmente desbaratado. Se pusieron en contacto con una gran empresa que fabricaba productos de caucho y así, pronto llegaría una de las ideas más innovadoras que cambiaría radicalmente el mundo sanitario: los guantes quirúrgicos. Gracias a ello no sólo la enfermera Caroline, sino muchos otros profesionales, pudieron seguir desarrollando su valiosa labor con los pacientes. De igual manera que hoy en día parece increíble que las mascarillas hayan llegado para quedarse, los guantes estaban cerca de convertirse en un elemento imprescindible en la vida de todo sanitario.




Yo siempre he sido una romántica y creo en el amor por encima de todo. Creo en su inmensa fortaleza y en su poder de cambiar las cosas. Creo en que la admiración hacia otra persona es una de las armas más poderosas que tenemos para crear historias extraordinarias.


Si he conseguido que veas más allá de ese típico tópico y hayas podido verte reflejado en los ojos de dos compañeros que lucharon juntos por salvar vidas venciendo las adversidades, entonces creo que harás de este mundo un lugar más noble, justo e igualitario.


Y ojalá que las nuevas generaciones cambien los cuentos de princesas que desean ser salvadas por cuentos de héroes y heroínas que vencieron dragones y descubrieron universos infinitos. Y ojalá menos médicos que se crean con poderes divinos y más enfermeras que reivindiquen su independencia, coraje y profesionalidad. Gracias a todos los sanitarios cuya unión rompe creencias y fronteras.




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